Es
normal que ante situaciones como en la que nos encontramos, con un virus que
pone en riesgo nuestras vidas y afrontando una crisis general, sintamos
incertidumbre y ansiedad. La ansiedad, aunque siempre mal vista, es una emoción
que sirve como una señal de atención para protegernos a nosotros mismos. En
este caso, podemos sentirla debido al estado extremo de alerta en que nos
encontramos constantemente, por lo cual, en lugar de ayudarnos, puede
perjudicar nuestro estado físico y emocional. No obstante, hay muchas maneras
de reconocerla, enfrentarla y devolver el control a nuestra mente sobre
nuestras acciones:
- Estar bien informado, sobre todo acerca de las medidas que se han planteado para combatir
el virus. Sin embargo, es necesario recalcar que la sobreexposición a
noticias sobre el panorama puede hacernos sentir mucha más ansiedad, por
ello se debe proceder con mesura.
- Aceptar nuestras emociones, reconocerlas y asumirlas como parte de nosotros
nos ayudará a reducir la incertidumbre y preocupación por las que estamos
atravesando.
- Redirigir nuestra atención, es esencial cuando estamos pasando por un
cuadro ansioso. No debemos centrarnos en nuestros pensamientos, sino en
cosas o actividades que nos hagan sentir calma.
- Acercarnos a nuestros seres queridos, mantenernos en contacto
con familiares y amigos puede ayudar a minimizar nuestros niveles de
ansiedad, además que estimulará nuestro sistema inmunológico. Recuerda que
la distancia no es una barrera para sentirte cerca a esas personas
especiales.
- Pedir a Dios que nos proteja, pues Él es quien lo sabe y ve todo, y
el único que decide nuestro destino. Elevemos oraciones pidiéndole
protección y bienestar a lo largo de esta difícil etapa por la que
atravesamos.
Finalmente,
encontremos un espacio para poner en práctica nuestra fe, la cual, aun en
tiempos difíciles, puede servirnos como un salvavidas al cual aferrarnos para
mantenernos a flote.
“No
temas, estoy contigo. Yo soy tu Dios, no tengas miedo. Te fortaleceré, sí, te
ayudaré. Te salvaré con mi mano victoriosa.”
(Isaías
41:10)