Hay muchas razones por las que no podríamos sed

Recordemos que, como católicos, somos invitados a vivir el verdadero amor, que brota de nuestro encuentro con Jesús. Cristo nos enseña a vivir el amor por los demás, especialmente en el servicio y entrega al prójimo, el cual se manifiesta de manera sublime con su sacrificio y entrega por nosotros en la Cruz.

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Entonces ¿cómo nos ayudamos para poder darle un sentido cristiano a este día de San Valentín y no dejarnos envolver por emociones o sentimientos tristes o negativos?

Lo que la sociedad nos vende

Según la mayoría de las comedias románticas, el verdadero amor es encontrar a esa persona especial que te ama incondicionalmente. Alguien que te haga el centro de su universo, que te adore por encima de todo, que te quiera. ¿Quién no querría eso? Por supuesto, suena increíble tener un hombre o mujer que pueda leer nuestra mente y que nos celebre en cada momento de nuestras vidas. Pero esto no es el verdadero amor.

Nos dice el Papa Francisco: “En la vida, a menudo, por muchas razones, cometemos un error en el camino, buscando la felicidad solo en las cosas o en las personas que tratamos como cosas. Pero encontramos la felicidad solo cuando el amor, el verdadero, nos encuentra, nos sorprende, nos cambia. ¡El amor lo cambia todo! Y el amor también puede cambiarnos a cada uno de nosotros. Los testimonios de los santos lo muestran.”

El Hijo de Dios, que debería ser apreciado, adorado y celebrado en cada momento, no duda en ser aborrecido, despreciado y rechazado, llevando nuestras penas y dolores por amor a nosotros.

Una mejor manera

¿Por qué no despojarse de ese amor mundano por un amor verdadero hoy? Un amor que eleva a los demás por encima de uno mismo. Un amor dispuesto a sacrificar sus necesidades, deseos y sueños por la alegría de otro. Un amor para la gloria de Dios, no para la gloria de nosotros mismos.

Pero antes de que podamos amar verdaderamente a los demás, primero debemos reconocernos amados. El amor es de Dios, y los únicos que pueden amar son nacidos de Dios y conocen a Dios. Sin entender, recibir y disfrutar el amor de Dios por nosotros, no somos capaces de dar tal amor sacrificado a aquellos en nuestras vidas.

Amamos porque él nos amó primero.

Cuando aún éramos pecadores, Él nos amó. Cuando no habíamos hecho nada por Él, Él nos amó. Amar no para recibir sino para dar. No para usar, sino para ser usado. El corazón que ama anhela engrandecer a Dios, no engrandecerse a sí mismo.

Lo que realmente te mereces

Es demasiado fácil concentrarse en lo que creemos “merecer” y exigir de los demás. No pocas veces nos la pasamos criticando o reclamando lo que creemos que deberían hacer

los demás por nosotros, y cuando no cumplen con nuestras expectativas, nos vemos tentados a castigar. Pero debemos recordar que para salvarnos de nuestras miserias, Cristo murió por nosotros. Así que cuando aquellos a quienes amamos nos defraudan, ahí encontramos nuestra invitación a compartir la muerte de Cristo. No una muerte física, por supuesto, sino una muerte a nuestras preferencias, nuestras ambiciones egoístas y deseos superficiales.. Y así como la muerte de Cristo, la nuestra también tiene la capacidad de traer nueva vida.

Somos hijos de un Salvador que nos enseñó el verdadero significado del amor a través del sacrificio de su Hijo. Amor es sacrificio. Por ello, debemos rechazar las mentiras culturales sobre el amor y sobre lo que merecemos. Podemos creer en nuestro Dios que es suficiente.

Solo en Cristo se encuentra el verdadero amor, y solo por Él se da el verdadero amor.

¡Feliz día de San Valentín!