Este domingo, con la Fiesta del Bautismo del Señor, concluye el tiempo de Navidad. Cristo siendo Dios no tuvo reparo en ser bautizado por su primo San Juan Bautista, quien al verlo exclamó: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿tú vienes a mí?” (Mt 3,14).
El Señor Jesús, luego de manifestar su humildad y sencillez al nacer en el pesebre, vuelve en esta ocasión a darnos testimonio de esa humildad, con el gesto de recibir el bautismo.
Nos dice la Iglesia en el Catecismo que, en su bautismo, Jesús se deja contar entre los pecadores, siendo ya "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Se somete enteramente a la voluntad de su Padre: por amor acepta el bautismo de muerte para la remisión de nuestros pecados.
En el bautismo de Jesús en el río Jordán, lo vemos ungido por el Espíritu Santo como el Cristo, escuchamos al Padre proclamar su identidad fundamental como el Hijo amado, y percibimos la misión de Jesús como una misión de humildad, un amor que se despoja de sí mismo y un sacrificio que se identifica con todos nosotros
Narrado en cada uno de los cuatro evangelios, el bautismo de Jesús marca el inicio de su vida pública. Una vida llena de predicación, milagros, curaciones y proclamación de misericordia y perdón.
Jesús entra al río Jordán iniciando así su misión de redención a través de este acto religioso público. El descenso de la paloma simboliza la unción del Espíritu Santo, que Jesús recibe como el Cristo, que en griego significa 'el Ungido'. Anuncia la nueva tierra y la paz de Dios a los hombres después del diluvio, y los purifica de corazón con el fuego de su amor.
Así como Él se entregó a nosotros, colocándose sin dudarlo en la fila de los pecadores para recibir un bautismo que no necesitaba, asume también toda nuestra humanidad y se ofrece por ella muriendo en la Cruz por nuestra salvación.
Así pues, en el bautismo, nosotros nos convertimos en hijos del Padre, miembros de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo. El bautismo lava nuestro pecado original y nos ofrece el reino de Dios. A través de este sacramento salvador, Dios nos llena de gracia santificante, con la plenitud de la vida trinitaria. Comprender el significado y las implicaciones de nuestro bautismo es comprender fundamentalmente nuestra identidad, vocación y misión como discípulos del Señor Jesús y miembros de la familia de Dios. El bautismo de Jesús en el Jordán renueva también, desde la fe, nuestro compromiso bautismal, siendo plenamente conscientes que hemos sido lavados, purificados de nuestros pecados, por la sangre de Cristo derramada en la cruz.
Terminemos el tiempo de Navidad dando gracias al Señor por todas estas muestras de amor por nosotros y especialmente por el don de nuestro Bautismo, por el cual somos invitados a contemplar toda la grandeza y el amor de Dios hacia su creación. Es el momento propicio para acercarnos a él y vivir llenos de humildad, en obediencia, reconociendo nuestros fallos y nuestra gran necesidad de su perdón y su amor.