Si tuvieras que elegir entre ese objeto, viaje, o cualquier sueño que se te ocurra, y el tener a tu familia siempre unida, ¿cuál sería tu respuesta? Ahora, si te dijeran el tiempo que te queda de vida, ¿lo pasarías con tu familia?

Después de haberte realizado estas preguntas, ¿te has cuestionado cuáles son tus prioridades? Tal vez nunca nos hemos puesto a revisar qué puesto ocupa nuestra familia dentro de estas pero hoy te invitamos a hacerlo.

La mayoría de nuestro tiempo, en la actualidad, se suele pasar entre el trabajo, la rutina, las redes sociales y otras actividades que nos desenfocan de lo verdaderamente importante. Muchas veces también damos por sentado que, al igual que los años pasan y nosotros crecemos, nuestros seres queridos también envejecen. El tiempo parece ser el bien más escaso y nosotros no estamos haciendo un buen uso de él. Solo es hasta que llega una noticia inesperada, una enfermedad, o un cambio radical en nuestra vida que nos damos cuenta de qué es lo que estamos haciendo y a dónde nos estamos encaminando.

Sin embargo, a pesar de que experimentemos uno y mil cambios a lo largo de nuestra existencia, la familia es ese lugar al que siempre podemos volver. La familia debe ser el reflejo del amor que tiene Dios Padre por nosotros, así que, como tal, debemos respetarla, valorarla y cuidarla. El amor de familia es un amor comunitario, un amor que nunca abandona. En el mundo pueden haber mil y un cosas fáciles de reemplazar, pero la familia es eso que probablemente nunca podamos sustituir.

Finalmente, cuestionemos: ¿qué vínculo mantengo con mis padres, hermanos, hijos, etc.? Si bien como en cualquier relación pueden haber problemas o malentendidos, también se debe aprender a cultivar las conexiones familiares. No podemos tirar la toalla frente a una mínima dificultad, sino recurrir a la comunicación, a ese lazo afectivo que por naturaleza existe, y a la ayuda de Dios, quien está presente en donde el amor está.

Por ello, cuando pienses en posponer una llamada telefónica, una visita, un viaje, o una carta a esos seres queridos, recuerda que la familia es lo más importante en nuestras vidas.

“Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios.”

Éxodo 20: 12