Todos los católicos conocemos el porqué de la celebración de la Pascua: conmemoramos el paso de la muerte a la vida. La resurrección de Jesús nos devuelve la esperanza, y nos abre las puertas del cielo. Sin embargo, ¿Entendemos realmente su significado?
La Pascua está, esencialmente, ligada a la obra salvación de Dios, y fue una celebración que inició cuando Él mismo liberó al pueblo hebreo del cautiverio Egipto, lo cual está muy bien relatado en las Antiguas Escrituras. Posteriormente, esta celebración fue redefinida por su hijo, nuestro Salvador, Jesús, quien tomó la más importante de las fiestas judías como el comienzo de un nuevo pacto, pues esa última Pascua que vivió ya no se celebraría mirando al pasado, sino hacia la redención futura de todos nuestros pecados.
Es así que el sacrificio que realizó Jesús nos ofrece un nuevo significado de la Pascua, y también nos brinda la oportunidad de mirar dentro de nosotros mismos, de reflexionar y redimir nuestros fallos, con la intención de continuar cumpliendo su voluntad. No olvidemos, pues, que este homenaje que realizamos los fieles no se da solo con recuerdos, sino con acciones significativas.
Festejemos con júbilo el sacrificio del Mesías, que dio paso a su resurrección. Él ha resucitado, y vendrá una vez más para llevarnos junto a Él para siempre.