La respuesta a esta pregunta un tanto compleja es sí. Sí es posible alcanzar el cielo y la eternidad, de hecho, cada día es una oportunidad de redimir nuestros pecados y poder lograr este anhelo. Ahora, la pregunta es ¿cómo lo logramos? Tal vez -o tal vez no- hayas escuchado antes sobre la “indulgencia plenaria” que es un don que nos ofrece Dios a través de la Iglesia, por la cual obtenemos la remisión de los pecados confesados en el Sacramento de la Reconciliación (confesión)

Para obtenerla, se deben cumplir 3 condiciones: habernos confesado y recibido la Sagrada Comunión, además de orar por las intenciones del Papa, con un Padrenuestro y un Avemaría. Luego de ello, existen varios actos de piedad a través de los cuales se puede obtener la indulgencia plenaria, y uno de ellos, bastante ligado a la Semana Santa, es seguir el camino del Vía Crucis. Aunque ahora no se puede hacerlo como se suele hacer a través de una peregrinación de las estaciones, podemos meditarlo con profunda devoción en nuestras casas, reflexionando sobre la pasión y muerte de Jesucristo.

Por otro lado, también se pueden aprovechar estos días de meditación para reunirnos en familia, rezar el Rosario y así conseguir la indulgencia plenaria. Obteniendo así no solo la gracia de Dios sino también una bendición para nuestro hogar.

La indulgencia plenaria, se puede conseguir tanto para nosotros mismos, como para alguno de nuestros difuntos, ya sea un familiar o un amigo. Al recibir la indulgencia siendo intermediario por un difunto, se realiza un acto de amor y fe, que nos ayudará a vivir con esperanza en la misericordia de Dios.

Esta Semana Santa, meditemos, reflexionemos y celebremos el sacrificio de Jesucristo en la Cruz donde obtuvo nuestra salvación, abriéndonos así la posibilidad de ir al cielo y donde nos espera con los brazos abiertos.