El año que dejamos atrás parece habernos puesto a prueba a todos, haciéndonos experimentar pesadumbre, miedo, desconsuelo, tristeza y desesperanza debido a los hechos que el mundo ha tenido que presenciar. Ahora, ya iniciado el 2021, ofrezcamos a Dios estos 365 nuevos amaneceres, pues es Él quien guía nuestros pasos, y a Él le pertenecen nuestro hoy y mañana. Pidamos por nosotros y nuestra familia, paz, alegría y, sobre todo, prudencia y sabiduría.
Recordemos que, gracias a la libertad otorgada por nuestro Salvador, es que está en nuestras manos elegir uno u otro camino. Lo que se nos encomienda ahora es valorar y reflexionar sobre lo aprendido, teniendo presente a Dios, pues Él es quien siempre nos acompaña, ya sea en la tristeza o en la felicidad. Depositemos nuestra fe en Jesús, y pongamos de nuestra parte para continuar por el sendero de la paz, pues un año nuevo no solo significa dejar atrás todo lo malo, sino también tener más oportunidades para enmendar nuestros errores, abrir nuestro corazón, y dejar que Él nos dé las respuestas que buscamos.
Mantengamos la esperanza los siguientes 365 días de este nuevo año.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Co. 5:17)