Cuando iniciamos nuestro camino de renovación en la fe, muchas veces no sabemos cómo retomar nuestra relación con Dios, quién está siempre dispuesto a acogernos como un Padre Misericordioso. Es la oración un medio imprescindible para poder entablar nuestro diálogo con Dios, como nos lo decía San Padre Pío de Pietrelcina: “La oración es la llave que abre las puertas al corazón de Dios, a Él debes hablarle con el corazón”. Pero sabemos que a veces nos es difícil retomar este camino, de allí la importancia de poner de nuestra parte para que nuestra oración sea un espacio de encuentro intenso y perseverante.

Te compartimos unas reflexiones sobre la oración y la importancia de orar:

- La oración es un acto de amor y adoración: siendo la voluntad de Dios para con sus hijos que se regocijen en él, le oren y le den gracias, la oración es también un acto de adoración y obediencia.

- La oración es un medio para tomar conciencia de nuestras faltas: diariamente pecamos y es a través de la oración y conexión con Dios que podemos arrepentirnos y pedirle que nos dé la fortaleza necesaria para no volver a pecar.

- La oración nos acerca a nuestros difuntos: al orar por quienes ya han partido a su encuentro con el Señor, los ayudamos a que sus almas sean purificadas y puedan ingresar a la gloria de Dios y gozar de su presencia Divina.

- La oración es el medio de comunicación con Dios más efectivo: pues mediante esta podemos compartir con Él sobre nuestro día a día. Ya que ningún día es igual al otro, Dios nos llama a que le contemos nuestras alegrías, temores y dolores, para que Él disponga y nos dé su bendición.

Y si te preguntas si Dios realmente te escucha, tranquilo, pues es un cuestionamiento recurrente que tiene respuesta en la Biblia. En ella se menciona que Dios es el “oidor de la oración” (Salmo 65:2) e incluso la palabra de Dios te anima a hablarle de todo lo que te preocupa. ¿Por qué? “...porque Él se interesa en ti.” (1 Pedro 5:7)

Ahora que ya sabes sobre la importancia de la oración, recuerda convertirla en un hábito más de tu vida que te acerque a nuestro Salvador y le proporcione consuelo a tu corazón.

Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes.” (Santiago 4:8)