A vísperas de celebrar una fecha tan importante como lo es el Día de la Mujer, queremos recordar a María, madre de Jesús, una mujer ejemplar que nos ha dejado muchas lecciones. María fue una mujer valiente y decidida, quien se embarcó en una misión desconocida para su propia vida, pero que gracias a su gran fortaleza su confianza puesta en Dios pudo salir airosa. Al igual que ella, muchas mujeres atraviesan por situaciones complicadas, y es en su interior que podrán encontrar esa fuerza para salir adelante.
Ella es, además, nuestra madre espiritual, quien permitió la humanidad de Jesús y con ello nos otorgó la vida eterna. Como nuestra madre, María es quien cuida también de nosotros, nos guía por el buen andar, y siempre está lista para escuchar nuestras peticiones. Sobre todo en aquellos temas que ella conoce muy bien, como lo son la familia y el amor incondicional.
María,
quien ante las adversidades siempre se mantuvo calmada y con el corazón
dispuesto, nos enseña ahora a seguir sus pasos, especialmente en estos momentos
en los que muchos pueden estar pasando por difíciles pruebas. Recemos a la
Virgen María y pidámosle por nuestros hijos, por la unión familiar, y por
nosotros mismos. Ella se encargará de oír nuestras súplicas e intercederá por
ellas, brindándonos esa paz y calma tan anheladas a nuestros corazones.
“En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No la apartes de tu boca, no la apartes de tu corazón y, para conseguir la ayuda de su oración, no te separes del ejemplo de su vida. Si la sigues, no te extraviarás; si le suplicas, no te desesperarás; si piensas en ella, no te equivocarás; si te coges a ella, no te derrumbarás; si te protege, no tendrás miedo; si te guía, no te cansarás; si te es favorable, alcanzarás la meta, y así experimentarás que con razón se dijo: ‘Y el nombre de la Virgen era María’.”