Hoy es el Día Mundial para la Prevención del Suicidio y queremos traer a la mesa este tema tan importante, con el fin de trabajar juntos para evitar más dolor debido a esta causa.
Después de haber perdido a un miembro de la familia por suicidio hace algunos años, siento una profunda empatía por cualquier persona que luche con impulsos tan agresivos, y gratitud por aquellos involucrados en evitar que se actúe sobre ellos. Sin embargo, la prevención es solo una parte de lo que se necesita.
Aunque los pensamientos negativos nublen nuestro juicio y el verdadero sentido de nuestra vida, debemos recordar que este eco de la depresión y la duda no puede continuar haciendo daño a nuestro valor como humanos cuando comenzamos a darnos cuenta de que tenemos la opción de elegir qué pensamientos escuchar. Debemos prestar atención a la voz de Dios, esa que con un tono dulce pero a la vez firme nos dice que no caigamos y que toda tormenta pronto pasará. Solo debemos buscar la ayuda necesaria y nunca olvidar que Él siempre está con nosotros, sobre todo en los momentos más difíciles. Es la voz del Todopoderoso, nuestro creador, descrita en la Biblia, la que hoy podemos oír, de alguna forma apropiada para nosotros. Por ejemplo, lo que el profeta Sofonías escuchó y transmitió al pueblo de Jerusalén: “El Señor, tu Dios, en medio de ti, es poderoso; él salvará, se regocijará sobre ti con alegría; reposará en su amor, se regocijará sobre ti con cánticos.” (Sofonías 3:17).
En todo momento el amor radiante de Dios sigue estando presente y valorándonos. Incluso cuando no se siente de esa manera, este es nuestro verdadero ser. Por el contrario, los detalles materiales que parecen ser nuestro destino en la vida no son, en última instancia, una representación fiel ni de nuestra vida ni de nuestro valor. Pero para sentir esa confianza y libertad necesitamos comprender mejor la vida y el amor que es Dios, como aprendió un amigo después de vivir con impulsos suicidas recurrentes durante algunos años.
Su punto de partida fue cuando un compañero de trabajo le recomendó un libro sobre la ciencia y la salud, basado en la vida y las enseñanzas de Cristo Jesús. Desde ese momento se dio cuenta que, más allá de su vida que parecía no tener sentido, había un amor inquebrantable que lo apoyaba. Una vez me dijo: “Mientras leía la Biblia, mi habitación parecía estar llena de luz pura. Las palabras del libro sagrado me retuvieron en ese ‘lugar secreto del Altísimo’ del que habla la Biblia (Salmo 91:1) y sentí como si me estuvieran hablando directamente al fondo de mi corazón.” Hasta entonces, todavía había tenido impulsos repetitivos de suicidarse. Pero pudo superarlo a medida que se hizo consciente de su identidad puramente espiritual y su relación con lo Divino.
Un punto importante también a tomar en cuenta es recurrir a ayuda profesional, si es necesario. Si bien es cierto, como hemos visto anteriormente, nuestra relación de vida de fe y esperanza en Dios son una ayuda esencial cuando se vive una situación de depresión, es necesario también recibir el apoyo de un profesional de la salud, quien nos pueda dar las herramientas que requerimos para poder controlar nuestros pensamientos.
También es importante no vivir esta etapa en soledad, busquemos a aquella persona a la que tenemos cariño y confianza y que sabremos que podrá acompañarnos en este proceso. Es sustancial apoyarnos en los demás para saber que no estamos solos.
Con la ayuda de Dios, el apoyo de un profesional, así como la de una persona muy cercana a nosotros podremos liberarnos por completo de más deseos suicidas y sacar a la luz una alegría duradera que nos permita tocar y elevar la vida de los demás, así como lo logró mi amigo.
Él recientemente compartió su historia en sus redes sociales y concluyó así: “Hay una manera de renunciar a lo que parece ser una vida desafiante junto con todos los arrepentimientos, miedos y malas decisiones que asociamos a ella. Pero no es a través de la muerte, sino encontrando el verdadero sentido de la vida con Dios.”
Nunca estamos solos mientras trabajamos sobre esos pensamientos y actitudes que parecen atentar contra nuestra vida. El amor de Dios está con nosotros, alejándonos de esos estados mentales que nublan la verdadera visión de cuán amados, dignos y capaces somos.