¿Conoces la historia de este apóstol? San Tomás, conocido también como “El incrédulo”, debe su fama más que a su credo, a sus dudas acerca de algunos acontecimientos que se dieron después de la muerte de Jesús. Exactamente después de la Resurrección, Tomás es el único apóstol que no se encontraba presente cuando Jesús se revela ante sus discípulos, por lo cual no cree en la historia que los demás le cuentan, exigiendo, pues, tocar con sus propias manos las heridas de Jesús.
Muchos, sin embargo, olvidan que él fue el único apóstol que, luego de la muerte de Jesús, y a pesar del temor a ser capturado por los judíos, aún continuó predicando lo que Él les había enseñado, demostrando así su gran valentía e inmensa fe por Jesucristo. Además, una vez reconoció que, efectivamente, Jesús había vuelto de entre los muertos, fue el primero en llamarlo “Señor y Dios mío”, empapándose del amor de Jesús y reconociéndolo como el Todopoderoso.
Entonces, ¿qué tenemos en común los creyentes con Tomás? Especialmente en los momentos difíciles, nuestra fe puede flaquear y podemos empezar a cuestionar nuestras creencias y valores. Recordemos las palabras de Jesús a Tomás en sus momentos de duda “Dichosos los que crean sin haber visto”. Tengamos en cuenta también que el Señor se hace presente en la intimidad de nuestro corazón y que muchos signos están obrando a nuestro alrededor, aunque a veces pareciera que Dios está en silencio. Pidámosle insistentemente que nos ayude a renovar y compartir nuestra fe, y, así como Santo Tomás, digamos al Señor: “Señor mío y Dios mío”. Y oremos por un constante entusiasmo para reforzar nuestra fe, compartamos con otros fieles la palabra del Señor, hablando con valentía y verdad sobre sus enseñanzas.
Que tu fe sea más grande que tu miedo. Jesús está contigo.