(9 de abril)
La Semana Santa es un tiempo de reflexión profunda para mi familia y para mí. Recuerdo, en particular, el primer Viernes Santo después de la muerte de mi abuelo, quien era un hombre profundamente católico y siempre nos enseñó a valorar la familia y la fe en Dios.
Ese día mi familia y yo nos reunimos en la iglesia para presenciar el Vía Crucis. Mientras caminábamos detrás de la imagen de Cristo crucificado, sentí una gran nostalgia por mi abuelo. Fue entonces cuando mi mamá tomó mi mano y me recordó las palabras que él solía decir días antes que partiera: "El amor es lo único que trasciende la muerte".
Esta frase me hizo reflexionar sobre el verdadero significado del amor. Me di cuenta de que el amor que mi abuelo nos tenía y que nosotros le tenemos a él sigue vivo en nuestros corazones. Y también entendí que el amor de Dios es el que nos sostiene y nos guía en los momentos difíciles.
Después de la procesión, regresamos a casa y mi mamá nos relató la historia de la Pascua. Habló de la resurrección de Jesús y de cómo su sacrificio en la cruz, fue la mayor muestra de amor que Dios nos pudo dar. A través de su muerte y resurrección, Jesús nos enseñó que la vida no termina con la muerte y que el amor es más fuerte que cualquier cosa.
Esa noche, mi familia y yo nos sentamos a cenar juntos. Era una cena sencilla, pero llena de cariño y unión. Nos dimos cuenta de que el amor y la fe en Dios son lo más importante en nuestras vidas y que debemos valorar cada momento juntos.
Desde ese día, la Semana Santa se ha convertido en un momento muy especial para nosotros. Recordamos con cariño a mi abuelo y renovamos nuestra fe en Dios. Y, aunque a veces la vida nos presenta dificultades, sabemos que el amor de Dios y de nuestra familia siempre nos sostendrá y nos llevará adelante.