Siendo padres católicos, sabemos cuán importante es ayudar a nuestros hijos a vivir la fe, sin embargo, se pueden presentar ciertos obstáculos en este proceso. Como bien mencionó el Papa Francisco, una de las mejores herencias es la fe. Pero ¿cómo podemos transmitir nuestra experiencia de Dios de manera concreta?

Haciendo un paralelo entre los niños y la fe, ambos son como una semilla que está destinada a crecer, desarrollarse y dar frutos. Para ello, es necesario alimentar esta semilla constante y adecuadamente. El Papa Francisco indica que la mejor guía para llegar al encuentro con Dios es a través de la Palabra y el ejemplo. Así pues, son los padres o familiares inmediatos quienes deben introducir al niño al credo, a través de diversas actividades. Se puede iniciar involucrándolos en las festividades religiosas, tales como la Cuaresma, Navidad u otras, no solo celebrando porque sí, sino contando la historia que hay detrás de cada fiesta. Así, los niños entenderán el porqué de cada celebración y el papel que jugó Jesucristo en estas fechas.

Por otro lado, ir a Misa y participar de otros sacramentos puede forjar la fe en los niños, siempre y cuando se realice con regularidad, tomando como prioridad estas actividades, y no solo a veces o cuando se necesite. De esta manera, el niño también adoptará estas acciones como hábitos de los cuales disfruta. Por ejemplo, pueden asistir a un bautismo, explicándoles con mucha atención los signos, las palabras y gestos de dicha celebración.

Asimismo, es esencial que se establezcan espacios en los que el niño pueda orar y pedir por lo que él o ella deseen, haciéndole entender que de esta forma se está comunicando con Dios y que Él atenderá a los pedidos que se hacen de corazón.

En suma, se debe tener en cuenta que la fe siempre se transmite en comunidad, siendo el testimonio colectivo lo que fortalecerá la fe en los niños. Tómalo de la mano y llévalo hacia el camino de la palabra del Señor.